Darbe

En un país altamente militarizado, una minoría intentó ejecutar un golpe de Estado sin contar con el apoyo del resto de las Fuerzas Armadas. No se conoce a ciencia cierta cuántos militares participaron en la tentativa de golpe de Estado que inició en la noche del 15 de julio en Turquía. Lo que supuestamente se conoce es que los golpistas fueron dirigidos por varios militares de alto rango descontentos con el curso político actual del país y que intentaron tomar el poder con el fin de restablecer el orden constitucional y el Estado de Derecho de la nación.

Los militares que participaron en el maremágnum de los acontecimientos indicaron que actuaban por su deseo de preservar la democracia y aseguraron que entre sus prioridades estaban: garantizar el Estado de Derecho y mantener el curso de las relaciones internacionales. Los que consideran que con Erdogan en el poder, reina el autoritarismo, los derechos humanos son pisoteados con regularidad y el Estado se vuelve cada vez menos secular.

Desde principios del siglo XX, el Ejército turco, el segundo más importante de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), lleva décadas atribuyéndose la responsabilidad de ser el guardián del orden secular impuesto en el país euroasiático desde su fundación como República en 1923. Bajo esta premisa, Turquía ha sido testigo de cuatro golpes de Estado más la actual intentona que no prosperó.

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